LOS INSTITUTOS SECULARES
Es conveniente explicar que aquí se entiende por “el mundo” a toda la serie de actividades propias de una persona laica, es decir, de una persona que no se consagra a Dios dentro de un Instituto de Vida Religiosa.
Estas personas pueden vivir solas, con su propia familia, o en grupos de vida fraterna, de acuerdo con sus Constituciones. Pueden, además, tener una profesión laical, como por ejemplo la de ingeniero, maestra, médico o tantas otras. Pero se distinguen en que se consagran a Dios mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia.
Su misión es muy peculiar. Viviendo como cualquier otra persona del mundo, deben impregnar todas sus actividades de una gran caridad cristiana, imitando a Cristo en todo momento. Deben ser levadura en medio de la sociedad.
Muchos de ellos no llevan ningún distintivo religioso y así viven su consagración a Dios en medio del mundo. Por eso se llaman Institutos Seculares, ya que la palabra “secular” se refiere a la persona que viven en el siglo, es decir, en el mundo.
Los miembros de estos Institutos participan de las tareas de evangelización de la Iglesia en el mundo y desde el mundo. En él su presencia, como ya lo hemos dicho, actúa a la manera de un fermento. Su testimonio de vida cristiana debe ayudar a todos los hombres a ordenar las realidades temporales hacia Dios y a penetrar el mundo con la fuerza del Evangelio.